viernes, 4 de diciembre de 2009

Reflexiones


Llegamos al final de este recorrido: el del blog de cátedra y personal, y el del aula. Y como en todo final siempre quedan las voces, las palabras escritas resonando en el aire, y las imágenes de tiempos y espacios compartidos. Y como en todo camino recorrido que llega a destino siempre surge la reflexión, la evaluación y autoevaluación, qué salió bien – como lo esperábamos – y qué no tan bien.

El principal objetivo de la publicación de las producciones literarias que realizaron en el aula fue socializar la escritura, darla a conocer, “ponerla a correr”, lanzarla a los lectores para que la obra esté completa, para que adquiera múltiples significados, por eso de: “Lo cierto es que si alguien escribe hay una voluntad concreta de comunicar algo: la instancia de producción y la de recepción se codeterminan, en el sentido de que no podemos leer si no hay escritura previa, pero tampoco podemos escribir sin suponer que ese texto “se encontrará” finalmente con un lector que complete su sentido. Escribimos para ser leídos. La agenda la escribimos para nosotros mismos, o una nota que nos recuerde que hay que comprar tomates. La escritura, por propia esencia, se consolida con la lectura. El lector, con su interpretación propia, subjetiva, individual, completa la obra. Escribir para no ser leído es pintar un cuadro y colgarlo con la imagen contra la pared, es escribirnos una carta a nosotros mismos, enviarla y emocionarnos cuando llega, pero no leerla”. (Fuente: Ministerio de Educación de la Nación. Educ.ar “Introducción a la lectura y la escritura de narraciones ficcionales”)

En la evaluación que hicimos en el aula sobre esta nueva experiencia de socialización de sus producciones y de metodología áulica, surgieron apreciaciones muy valiosas, como: “no me gustó exponer lo que escribo, es muy personal”, “todo lo que sea trabajar en la computadora, a mí me encanta”, “nos gustó porque era una idea original”, “nos dio mucho trabajo hacer la tarea fuera de la escuela”, “yo no tenía tiempo en mi casa para ponerme a actualizar el blog”, “tendríamos que haber seguido escribiendo en papel nomás, ¿para qué lo publicamos? Era muy complicado”, “yo leí lo que escribieron mis compañeros, pero no dejé comentarios”, “a mí no me gustó, me hubiera gustado seguir trabajando en el aula”, “estuvo buenísimo porque este año escribimos mucho, es la primera vez y la primera profesora que nos hace escribir tanto”.

Mi evaluación como docente de la cátedra es que todos ustedes lograron avances significativos en su escritura, algunos crecieron a partir del entusiasmo por aprender, otros por la obligación de hacer la tarea y la apreciación numérica en cada trabajo; pocos encontraron en el espacio de la web la posibilidad de comunicarse, de expresarse libremente utilizando imágenes que acompañen los textos, diseños, tipografías, nombre del blog y títulos a los consignas creativos y originales; se hicieron seguidores de los blogs de los compañeros y dejaron tímidos pero importantes comentarios en los espacios virtuales creados por otr@s compañer@s. La reflexión de esta metodología de trabajo: la publicación de vuestras producciones en un blog personal que tenía como principal objetivo la socialización de la escritura, no produjo los resultados que esperaba. La autoevaluación es que tal vez hubiera sido necesario pautar consignas de lectura para que ustedes aprovecharan este espacio, leyeran y comentaran las producciones de sus compañer@s escritor@s, porque el espacio de lectura y socialización de la producción literaria que construimos juntos en el aula, y que por cierto costó tanto: porque les daba vergüenza leer o ser leídos por mi o por sus compañeros hasta que entendieron la importancia de compartir lo escrito, no supimos mantenerlo ni enriquecerlo cuando llegó a la web.

Hasta aquí el camino recorrido de este año. Dejo abierto este espacio para que comenten sus apreciaciones sobre esta experiencia y podamos continuar dialogando.

¡Felices vacaciones!